A la ciudad le chaguan gotitas por el dobladillo de su traje Dior. Le crujen los zapatos lustrados por el pibito de de la peatonal San Martin. Se le volcó un balde de lluvia en la cabeza. El cielo se molestó. Es que añoche se me escapó una lágrima mientras conversaba con la noche. Me sentí perdida en la ciudad, una puntada que nació en los riñones me llegó hasta el alma y me ahogó la soledad. Esa sed de libertad, es impaciencia por volver a nacer.
El cielo empapó la ciudad, yo respiré otra vez, "...prueba el efecto de resucitar...", y bailé bajo las gotas.
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